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El precio de educar a nuestros hijos


Un niño en escuela pública en México, pasa alrededor de 900 horas al año en la escuela. En escuela privada asciende a 1170 horas. No se cuentan los tiempos de traslado, ni de hacer tareas. Si contamos 1 hora desde que se levantan y 1 hora para regresar, más unas 3 horas promedio para hacer tareas (hay días en donde hay proyectos en donde invierten más horas, y hay días en donde solo copian biografías en donde invierten menos horas, por eso tomamos 3 horas promedio) la cifra asciende a: 1800 horas en escuela pública y 2340 horas en escuela privada.


El pago por escolarización de un niño en escuela pública en México es desde $750 a más de $50,000 en algunas escuelas privadas para cuotas de nuevo ingreso.


Desde $0 hasta arriba de $15,000 para colegiaturas.


El paquete de libros va desde $0 hasta $5000.


Uniformes desde $1500 (nuevos y contando deportivos, de frío, para los lunes y para los demás días) hasta $5000-6000.


Útiles escolares desde $300 (lo más básico y recibiendo ayuda de útiles escolares del gobierno) hasta $5000 -6000.


No hago las cuentas para los festivales, sin embargo en disfraces, salones, pago por decoración, comidas y demás ya es otro tanto.


Los niños generalmente reciben la misma educación ya sea en escuela pública o privada. Es un mito (que muchos papás creen) que existe alguna diferencia.


TODOS RECIBEN EL MISMO CERTIFICADO AL FIN DE CURSOS DE PRIMARIA, SECUNDARIA Y PREPA. EL MISMO.


La diferencia radica en:

Las personas con las que se juntan. Generalmente es como un club social, los padres enrolan a sus hijos en las escuelas que asemejen el estatus al que están acostumbrados o demuestran. Para que así tengan amiguitos del mismo "mundo". Hay privadas para gente de clase media, media alta, alta y "de la high". Así que por el simple hecho de ir a una escuela privada no garantiza que entremos en algún círculo de gente "de la high".


Muchos padres hacen esfuerzos muy grandes por brindar educación de "calidad" a sus hijos. ¿Te has preguntado realmente cuál es la educación de calidad? Yo sí. Llevo investigándola desde hace más de 10 años. Y me he topado con un lío de cuentos.


En la frontera norte del país, muchos niños "chicanos" (nacidos en Estados Unidos pero con padres Mexicanos), pasan diariamente al vecino país para "que reciban una mejor educación". Después de 20- 30 años de ver el rumbo de varios de esos niños, el promedio se queda en puestos con un ingreso mínimo batallando con cada mes poder cubrir sus cuentas. No, tampoco significa nada el hecho de enviarlos cruzando el río.


¿En qué estamos fallando? Entonces, ¿cuál es la clave de la educación?

El propósito en la vida de cada persona.


Conozco a muchísimos que deambulan en la vida tratando de sobrevivir y tener para pagar sus cuentas. Con sueños olvidados y pensando que jamás podrán lograrlos. Han pasado por todo tipo de escuelas, desde las más -x- hasta las más exclusivas, muchos ostentan solo la primaria y otros ostentan grados de doctorado. No hay diferencia. Viven en las mismas.


¿Propósito? ¿Y eso, cómo se "come"?

Los padres somos los responsables.


Hemos caído en la "realidad" de que lo "correcto" es que le demos casa, comida, entretenimiento y estudio a los hijos, y muchos padres trabajan ambos para poder sacar adelante a los hijos y "darles lo mejor" siendo que si a cada pequeño le preguntarámos, ¿qué te gustaría que te diera papi o mami? Y ellos contestarían algo como: Tiempo, amor, que jugara conmigo, que me llevara a pasear, que me escuchara, etc. Lo sé porque se lo he preguntado a tantos de los miles de alumnos que he tenido a lo largo de mis años como docente. Si, ya llevo más de mil alumnos en mi vida y aunque todos son de diferentes culturas y regiones geográficas (Europa, Asia y América), todos llegan al mismo resultado. Los pequeños desean lo mismo. No son más juguetes, ni mejor ropa, generalmente es más tiempo con los padres y más "amor" en la manera en que ellos me lo han expresado.


Cuando pasamos tiempo con una persona, aprendemos sobre sus gustos, sus sueños, sus deseos y hasta sus reacciones. Lo mismo con los hijos, también en los cientos de padres que he visto en tantas escuelas alrededor del mundo, me doy cuenta de que muy pocos saben: el color favorito de sus hijos, su juguete favorito, su animal favorito, su lenguaje para recibir amor (toque físico, palabras de afirmación, tiempo de calidad, regalos o actos de servicio), muchos tampoco saben cuál es su tipo de inteligencia (intrapersonal, interpersonal, matemática, lingüística, naturalística, musical, espacial o corporal) o mucho menos, cómo es que los pequeños reaccionan en la vida y el por qué. Muchos no saben siquiera los talentos de sus hijos y otros no saben (o no desean aceptar) las debilidades de sus pequeños.


¿Qué sucede? No los conocemos. Delegamos todo esto a "especialistas" sin darnos cuenta de que todo está en nosotros los padres.


Es por eso que decidí sacar a mi hija del sistema educativo e invertir esas 1800 horas en conocerla. En saber quién es ella realmente, qué le gusta, qué no, qué le apasiona, cuáles son sus favoritos en todas y cada una de las cosas a su alrededor. Enseñarle con el ejemplo de que me tenga más tiempo a su lado, de cómo reaccionar ante situaciones "de la vida real", que nunca se tocan en ambientes académicos. Mostrarle cuáles son las prioridades en la vida y no que un papel (que es el mismo para todos) es lo importante. Decidí ayudarle a descubrir su propósito, porque no es algo que dure un minuto, sino un proceso continuo de aprendizaje, descubrimiento y desarrollo. Decidí apoyarla en sus sueños, que a su edad pueden ser cambiantes, pero es porque está descubriendo. Decidí que tenía el derecho de ver más allá y no sólo lo que alguien dijo que era lo correcto que se tenía que aprender. Decidimos ambas que para la vida que quiere llevar, los idiomas, viajes, memorias, tiempo en familia y actividades altruístas son lo que le ayudaría más. En vez de meterla a un "club social" de 6.5 horas diarias he utilizado ese dinero en crear memorias alrededor del mundo con ella, en impulsar su creatividad, en ayudarle a globalizarse y dar de lo que ella también recibe.


Nuestro lazo es MARAVILLOSO. No hay un solo día en que no nos digamos que nos amamos, en donde yo no abra mis brazos y ella corra sonriendo a mi. Ella llega y me cuenta sus sueños y jamás, jamás me miente porque cuando amas a una persona, no le mientes. Hemos pasado por situaciones inmensamente fuertes y ambas, hemos salido de ellas. Tiene un amor inmenso por los animales, la naturaleza y la gente. Una conciencia ciudadana muy fuerte y una fe, gran fe en ella misma, en que puede lograr todo lo que se proponga, en su familia, en saber que la apoyaremos siempre y en Dios. ¿Cambiar esas 1800 horas de estar con ella? No. Ella tampoco lo haría. Nos gusta así. El mundo es tan grande como para desaprovechar el no descubrirlo por estar en un "club social".


La diferencia es que, al pasar más tiempo con ella, como adultos y guías que somos, podemos apoyarla en establecer su identidad y en ayudarla a descubrir y cumplir su propósito. ¿Pero cómo entrará a la universidad? Al final, como ya lo escribí, ella con presentar y aprobar un solo examen será igual que con los demás y podrá aprobar su primaria, secundaria e incluso preparatoria en un solo examen, porque todos recibirán el mismo "papel" que es un certificado expedido por la Secretaría de Educación. Es el MISMO PARA TODOS no importa de qué escuela hayan salido, porque es el único organismo con autoridad para expedirlos. La diferencia serán las habilidades que ella tendrá para hacerle frente a la "vida real". Si supieran que las mejores universidades del mundo quieren gente que sepan lo que quieren y busquen la manera de lograrlo (que identifiquen su propósito y con pasión se entreguen a realizarlo). Gente con una amplia visión de la vida, con idiomas, con empatía y valores... Así los prefieren en las grandes escuelas hoy en día.


¿Qué es lo que hacemos con las vidas que nos han sido prestadas en nuestros brazos? ¿Los educamos para seguir a la corriente o para crear nuevas fuentes? El cambio NO está en nuestros hijos, sino en NOSOTROS como padres.

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