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Aborto ¿Si o no?

Aborto. ¿Si o no?


Se ha hablado mucho de esto y hasta el momento me había guardado los comentarios, sin embargo ya no, así que les contaré la realidad del aborto.


Cuando me encontraba en 6to grado, nos dieron libros de texto que tenían hojas en el área de biología que estaban arrancadas. Preguntamos ¿por qué? Y nadie nos quiso dar respuestas. Iba a una escuela “cristiana” y ellos consideraban tabú el hablar de sexo.


Crecí y nadie me explicó nada. El mundo como quiera bombardeaba. En casa como la mayoría de los matrimonios hoy en día, ambos padres trabajaban y era una familia disfuncional. Como a muchísimas jóvenes les sucede, el primer hombre que vino y me “hizo sentir especial” fue quien me “llevó” en este descubrir sexual. Lo hacía porque pensaba que eso era amor, pero nada más lejos de la realidad.


“Salí embarazada”, si, porque en la sociedad machista en que vivimos, siempre es culpa de la mujer si se embaraza, no es culpa de los dos, siempre es ella, así que no “salimos embarazados” sino que “salí embarazada”. ¿Él? Me dejó, me llamó “puta” y se fue con otra. Negó su paternidad y tan fácil como tomarse una ducha se marchó.


¿Y ahora qué hacía? Si nunca has estado en esa situación, NO TIENES DERECHO A OPINAR QUÉ O NO PUEDE UNA MUJER HACER CON SU CUERPO Y VIDA.


Cuando en la iglesia se enteraron que estaba embarazada, me dijeron con estas exactas palabras “eres una pecadora y te irás al infierno”, anda, échale alcohol al fuego. Nadie cuestionó al muchacho que me embarazó, nadie lo juzgó, nadie le dijo que era un pecador, ni puto, ni nada, todo recayó sobre mí.


Cuando mi familia se enteró, dijeron que era una “puta”, “fácil”, “que tenía que cargar con una ristra de condones de ahora en adelante”. Me pobrecitearon, me veían hacia abajo. Dijeron que ya no podría conseguir nada en la vida, que mi vida se había acabado. La única que me apoyó fue mi madre.


Cuando mis amigos se enteraron, me dejaron de hablar, dijeron que era una “mala amistad”, también me dijeron que era una “cualquiera”, una “fácil” y otros hasta me ofrecieron dinero para acostarme con ellos. ¿Amigos de verdad?


¿El gobierno? Ni fu, ni fa. No podía acceder a programas de gobierno porque no cumplía con los requisitos. Así que jamás recibí nada del gobierno.


En este punto, una jovencita adolescente, sin novio, sin familia, sin amigos, sin reputación, sin nada a qué aferrarse, con un panorama que le llena de dolor la vida, ¿qué carajos hace? Tú pides que no aborte, pero, ponte en mi lugar, ¿estuviste ahí para ayudar? Esa es la verdad. Muchos están en contra del aborto pero con la cara llena de hipocresía son los primeros que te miran hacia abajo cuando “sales embarazada”, los primeros que juzgan, los primeros que te llaman “puta”.


Y ¿en algún momento te ofrecen ayuda? No, nunca. Jamás recibí ayuda de la iglesia. Jamás recibí ayuda del gobierno. Jamás recibí ayuda de aquellos que se dicen pro- vida.


Una adolescente que cargaba con una serie de manías, que sale embarazada y se encuentra así, ¿cómo reaccionaría? Yo lo sé, porque estuve ahí. Tú no lo sabes porque tú juzgas sus pasos, mientras te escudas en la “religión” o en la “moral” que ostentas.


Una adolescente así, dime, ¿qué futuro le espera? Te lo contaré también, para que sepas.


Una verdad que nadie puede cambiar es que el feto es un ser vivo. Punto. No es un montón de células y eso, quien aborta lo debe tener muy claro, está asesinando a un ser vivo. Pero ¿qué carajos? ¿Cuál es la diferencia? ¿Para qué obligar a alguien a ser madre cuando no se quiere? ¿Qué no les importa la calidad de vida física y emocional que tendrá ese infante? ¿Quién eres tú para creerte con la suficiente autoridad de obligar a una mujer a decidir basándose en tu moral? Recuerda que lo que aquí es correcto en el otro lado del mundo puede ser considerado incorrecto. Estamos a expensas de una cultura, de una ideología que ha sido impuesta. No existe ni el bien ni el mal, todo depende de cómo lo juzgues y cómo hayas sido educado y de qué ideas se te hayan impuesto.


Cuando aprendes a respetar a otros, a otro ser humano, cuando aprendes a amar a otro ser humano, te das cuenta de que tienen derecho. Derecho a decidir sobre ellos. El hecho de que sea legal o no, no significa que sea bueno. La esclavitud fue legal, matar judíos fue legal, la inquisición fue legal. Aquí no se trata de eso. Se trata de imponerse a la decisión de alguien, de dejarla sin voz, sin voto, de vejarla.


Yo decidí, porque fue mi decisión, en tener a ese bebé. Pero ¿te importó como fue mi vida durante ese tiempo? No. No importó.


Porque las etiquetas se me pegaron al cuerpo, la “puta”, la “fácil”, la “tonta”, la “cualquiera”, la “mala influencia”… Nadie quería darme trabajo porque tenía un bebé. En la universidad recuerdo que una vez, una maestra me dijo “lo que llevas en tu vientre es una maldición, hoy quien se embaraza es porque es una estúpida” y sí, era ignorante ¿quién me dio educación sexual? ¡Era un tabú! ¡Nadie!


Pero no se siente bonito que te lo restrieguen en la cara. ¿Quién estuvo ahí para guiarme? Otra cosa hubiera sido si esos que se dicen pro- vida, en vez de tan solo importarles los 9 meses de embarazo, se dedicaran a impartir talleres de educación sexual, se dedicaran a levantar fondos para becas para apoyar a aquellas madres que viven solas y tienen ganas de superarse, que crearan guarderías para ayudarles a cuidarles a sus hijos mientras van a las escuelas, que las abracen con amor, respeto, tolerancia y no les juzguen. Ya se sienten mal, lo último que desean es que les digan lo “malas” que son.


Cuando comencé a trabajar muchos se aprovechaban de mi situación, me hacían trabajar más horas por menos paga, me decían “tú eres pobre, eres mamá soltera así que necesitas trabajar y tienes que hacer lo que diga si no te quedas sin trabajo”. Las burlas seguían. Las negaciones también. Nadie quería ayudar. Nadie quería escuchar. Nadie quería tender una mano a alguien que “había cometido un error” de acuerdo a esta sociedad machista y patriarcal.


No todas las mujeres son como yo, y espero que no, porque la belleza se da en las diferencias. Pero conozco a tantas que no hubieran soportado todo por lo que una adolescente embarazada que ha sido abandonada por su novio, tiene que pasar. ¿Acaso tu pro- vida me ayudaste?


Yo, incluso yo, a quienes abortaban las veía como cobardes. ¿Pero quién era yo para juzgar? Nadie. Si no quiero que me juzguen no merezco juzgar. Hasta que comprendí que si respeto sus decisiones, las estoy amando. Y cambié mi actitud. ¿Desearía que más jóvenes con embarazos no deseados pasaran por lo que yo pasé? ¡Carajo para nada! Tú no sabes lo que es la carencia, el quitarte la comida de la boca para dársela a tu hijo porque ya no había más, tú no sabes lo que es ser juzgada y que te vean como menos, tú no sabes lo que es que te digan que no en un trabajo aunque estés capacitada, porque eres mamá soltera, tú no sabes lo que es que la gente te vea como puta, y si logras conseguir un trabajo y estás lejos de tu hijo, tú no sabes lo que es que te digan que “eres una mala madre”, ¡carajo! Entonces, ¿cuáles son las opciones para las madres solteras? TU NO LO SABES. Si no lo sabes, ¿tienes moral para juzgar? No, no tienes.


Porque la mujer es la que lleva todo sobre sus hombros. Muchos si, han nacido y han salido adelante, pero no me vengas con eso, porque tú no sabes el dolor de sus madres.


Si te pusieras tantito en su lugar, respetarías las decisiones que han tomado estas mujeres. Si las amaras de verdad, en vez de juzgarles les darías amor y oportunidades para poder salir adelante. Si realmente las quisieras ayudar, les extenderías la mano para guiarles y apoyarles. No todas tienen la suerte de contar con alguien.


Yo me aferré a la educación, y con tumbos y errores y muchas, muchas, muchas caídas, logré sobreponerme, sanar mental, emocional y físicamente. Logré amarme a mí misma, perdonarme y seguir adelante. Sola. ¿Pero quién soy yo para juzgar a quien no quiere pasar por todo esto? NADIE. Esto es cuestión de respetar ideas.


No porque la mariguana sea legal significa que me la voy a fumar. Así de simple, si no estás a favor NO LO HAGAS. Pero no trates de imponer tus ideas y prejuicios sobre el vientre de una mujer que está pasando por una situación emocional y física extenuante.


Tomás Moro lo dijo en su libro Utopía, “¿qué hacéis sino crear ladrones y luego castigarlos?”… Pongámoslo en este punto: “¿qué hacéis sino crear mujeres presa de hombres irresponsables y sin valores y luego castigarlas?”.


Ni a favor ni en contra del aborto. Estoy a favor de la educación sexual en niños y jóvenes y a favor de la educación de valores en la infancia para que haya hombres con pantalones que no abandonan a las mujeres que embarazan. A favor de la educación para que los pro- vida dejen de juzgar a esas mujeres y les apoyen, a favor de la creación de becas, seguimiento, guía psicológico, amor hacia esas mujeres. Esto se convirtió en una lucha de egos, si dejamos de lado eso veríamos soluciones verdaderas.


El aborto seguirá existiendo y la única manera de terminar con él, es educando con valores y educación sexual temprana a nuestros hijos e hijas.









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